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The Literary Review

Fiction            Page 29

Anasazi (sueño)
by
Myrna Nieves

Bird beings. Plumas, plumas, calor.

Un cuarto de piedra, iluminado por lámparas de aceite, o algún tipo de fuego; quizás teas. Soy mujer. Alta, joven, el pelo largo negro recogido en lo que parece un rabo de caballo o es posible que esté suelto, pero como es muy lacio se mantiene en la espalda. Hay una figura frente a mí que tiene gran autoridad; es un un rey o un ídolo. Todo parece maya o taíno o de las culturas de la tierra. Estoy arrodillada en una rodilla, la derecha. Visto un traje blanco de una tela pesada; quizá lana; tiene unos diseños en el borde inferior. Hay una figura grande y violenta detrás de mí, no la veo pero la siento y la conozco. Tengo las manos atadas en la espalda y la figura detrás de mí está impaciente, tiene una inyección, o lo que parece una inyección en la mano. Siento sus manazas en los hombros, obligándome a estar en posición, aunque no me veo resistir. Le grita a la figura de autoridad que no vale la pena esperar. Me doy cuenta que la figura de autoridad está sentada, como abatida o desprovista de poder en ese momento. Me inyecta la aguja, no recuerdo bien dónde; quizás el cuello.

Me bajan semidormida a un cuarto o recinto inferior cuadrado, con alguien más. Nos bajan en una plataforma sostenida por sogas. El lugar es sofocante; hay paja o plumas y casi no se puede respirar; hace mucho calor. Unos cuchillos salen de los lados a herirnos. Me cortan las manos a la altura de las muñecas.

Despierto sin sobresalto. Me miro las manos, medio deformadas por la artritis. Hace años tuve un sueño sobre un hombre pájaro que habitaba en el esqueleto de un techo. Buscaba yo entonces una espiral hecha en yeso con una cúspide que había olvidado.

Anasazi: “Habitantes de los barrancos, alienígenas antiguos.”

Anazasi (dream)
by
Myrna Nieves

Bird beings. Feathers, plumas, feathers, heat.

I am in a stone room, illuminated by oil lamps or some type of fire, perhaps torches. I am a woman. Tall, young, black long hair collected in what seems to be a ponytail or maybe it was kept loose in the back. There is a figure facing me who has great authority, perhaps a king or an idol. Everything seems to be Mayan or Taíno or of the cultures of the Earth. I am kneeling on my right knee. My dress is white, long, made from a heavy fabric, perhaps wool. It has some designs all around the bottom border of the skirt.

There is a large and violent figure behind me; I do not see it but I feel it and I know it. My hands have been tied behind my back and the figure is impatient. It has a syringe or what seems to be an injection, a needle. Its big hands weigh on my shoulders, forcing me to keep my position, although I do not see myself offering any resistance. The figure screams it is not worthwhile to wait. I then realize the authority figure facing me is seated as if momentarily defeated or devoid of power. The needle pierces my skin, I can’t remember where in my body, perhaps, my neck.

Half asleep, I am brought down to a room or a lower square quarter; somebody else is with me. We are brought down on a platform supported by ropes. It is suffocating inside, there is straw or feathers and it’s hot; we can hardly breathe. Knives come out of the walls to hurt us. They cut off my hands at the wrists.

I am not startled when I wake up. I look at my hands, now semi-deformed by arthritis. Years ago, I had a dream about a bird man living on the frame of a rooftop. I was then seeking a spiral made in plaster with an apex that I had forgotten.

Anasazi: “Cliff dwellers, alien ancient ones.”

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