The Literary Review
Ash, A Letter from the Other Woman’s Perspective
I
I hold my friend for an hour
and send him home
to a woman
who does not love him.
It hurts more than
I should let it, why should he
be my responsibility,
after he is out of my sight,
beyond the reach
of arms that did not know
emptiness until he left them?
There are so many things
I cannot say to the world
in so many words,
so many clouds that drift
through afternoons like
ashes falling from the volcano
in my backyard
but only when the wind shifts.
The volcano is always erupting,
you see. Love is always erupting, too
in places most people
never examine;
they are taught, marry a man
who will support you,
not one who will love you.
Whatever you do, do not make
the grandest mistake of all,
do not turn a friend
into a lover, do not turn
passion into a reason
to seek his hands when
you are cold.
II
I am condemned for asking
for that hour.
Condemned by women
who make fun of my accent
but are themselves too stupid
to vaccinate their children,
by men who write poetry
that is technically perfect
but that the heart of the reader
does not feel;
who the hell wants a love like that?
I hold my one-time lover
and realize so many truths,
like, the ash from my volcano is
silica based, explosive; but the ashes
of this love will be formed
of the west wind that brings
the rains from over the Pacific,
it is that kind of day,
that kind of love,
and my critics have not learned
the language required to know
when the person standing in front of you
has been torn in two
by promising their soul to a person
who will never feel its worth,
will never weigh its impact,
and who will always blame the
fictitious “other woman”
for what she has not taken the time
to learn.
Her gardens turn to dust,
she does not know the winds,
she does not know the right words.
III
And she will always have her allies,
the make your bed and lie in it people,
good for them. Your life is a neat little box,
you went from your parents’ home
to your husband’s,
expecting him to be your daddy
and you to be the mother.
He does not want a mother,
he already had one of those.
He wants the thing that first made him
tremble
with desire, wonder, longing, anticipation;
when God created the world from ash,
there was man, there was woman,
there were all the other genders
and the genderless beings, and there was
desire; for one another, for the act
of creation itself, that wild, fathomless longing
of life longing for its own reflection
in the hall of mirrors of the old gods.
To make something
with your own hands
that will last ages after your death,
to awaken something with your own heart
that you cannot tame
with 1000 whips (oh but your lover,
how she wants you to try,
with those same whips).
Point is, there is nothing safe
about passion, you either jump
on a moving carousel some time
or sit this one out
for the rest of your life
and spend your time cutting other women
into the pieces you use to fertilize
your indifferent skills at lovemaking,
and the garden that is dying
from practicality.
IV
Who am I in this story, then?
A violin sounded an impossible chord,
and I followed, no more.
I am no victim, I was not duped,
I did not walk into this love,
thinking it would be safe.
I hold my lover an hour,
I calculated that hour.
I did not imagine the depth of ache
when I left him.
I also did not imagine
that the curve of my body every night
I sleep alone, will only curl
around the emptiness he left.
Nor the fury; if I had to give him back
after borrowing him, greedily,
at least, let her love him
in her way, as much as I did.
Let her surpass me in every way.
Maybe I am at the age,
where few can do that, who knows?
This I do know:
I am a mender of broken men.
like the Japanese, I fix
with gold and spirit,
what cold unloving women
have rent with the claws they used
to extract children, a home,
a STATUS. I do know how to hate,
these women taught me,
so did several men who also
would have possessed me.
I prefer love.
I prefer to walk into a place
and fill it with a light so bright
it turns all haters, all false people
all half loves, to ash.
I want the love story I write
in my own words
to be so much better
than any story written
by any person who would write
about me, about him,
about what did or did not happen
in that hour. I am sure they
will write it with perfect technicality.
I already know, the words I whispered
in that space,
have touched his heart
and cannot be erased by women
who cannot hear them.
- Marie Anzalone
“Cenizas, Una carta desde la
perspectiva de la
otra mujer”
I
Abrazo a mi amante por una hora
y lo envió a su hogar
a una mujer
que no lo ama.
Duele más que yo debería permitir,
¿Por qué él debería ser
responsabilidad mía,
después de estar afuera de mi vista,
afuera también del alcance
de brazos que no supieron
de la vacuidad, hasta que él salió
de ellas?
Hay tantas cosas
que no puedo decir al mundo
en tantas palabras,
tantas nubes que vagan
a través de tardes cómo
las cenizas cayendo del volcán
en mi campo
pero sólo cuando el viento
cambia la dirección.
Por el volcán siempre está en erupción,
ves. El amor siempre está en erupción, también
en lugares donde la mayoría de las mujeres
nunca examinan;
somos enseñadas, cásate con un hombre
que te va a soportar,
no con uno que te va a amar.
Sea lo que sea, no cometes
el error más grande que todo,
no conviertes a un amigo
entre amante, no hagas que
la pasión sea razón
para buscar sus manos
cuando tú tienes frio.
ll
Soy condenada por pedir
esa hora.
Condenada por mujeres
que me burlan por mi acento
que me burlan por el hecho
de no tener esposo, ni hijos,
pero quienes, en sí, son demasiadas estúpidas
para vacunar a sus propios hijos;
condenada por hombres
que escriben poesía técnicamente perfecta
peor que el corazón del lector
no se siente;
¿y quién de demonios
quiere un amor así?
Abrazo mi amor de sola una vez
y me doy cuenta de tantas verdades,
tal cómo, la ceniza de mi volcán
es basada en la sílice, explosiva; pero
las cenizas de este amor serán formadas
del viento del occidente, el que trae
las lluvias desde el Pacifico,
es ese tipo de día,
ese tipo de amor,
y mis críticos no han aprendido
el lenguaje que uno necesita para saber
cuando la persona parada enfrente de ti
ha sido partida en dos
por prometer su alma a una mujer
quien jamás sentirá su valor,
nunca pesará su impacto,
y quien siempre va a culpar
la “otra mujer” ficticias
por lo que ella misma, no haya tomado el tiempo
aprender.
Sus jardines se convierten en polvo,
su amor es veneno,
ella no conoce a los vientos,
ella no sabe las palabras indicadas.
III
Y ella siempre tendrá sus aliados,
la gente de “haz tu cama y acuéstate en ella,”
qué bueno por ellas. Tu vida es un cajón ordenado,
saliste de la casa de tus padres
para la de tu esposo,
esperando que él sea tu papi,
y que tu ibas a ser su madre.
Pero él no quiere una madre,
él ya tuvo una de ellas.
Lo que él realmente necesita
es la entidad que lo hizo temblar
la primera vez,
con el deseo, la maravilla, el anhelo, la anticipación-
cuando Dios creó el mundo de ceniza,
hubo macho, hubo hembra,
hubo todos los otros géneros
y las cosas sin género, y hubo,
el deseo; uno para el otro, para el mero acto
de la creación; ese anhelo insondable
de la vida buscando su propio reflejo
en el fondo de espejos de los dioses antiguos.
Para crear algo
con tus propios manos,
que quedará por épocas después de tu muerte,
para desertar algo en tu propio corazón
que no puedas domesticar
ni con 1000 látigos (uy pero tu amante,
cómo ella quiera que tú intentas,
con esos mismos látigos).
El punto es, no hay nada segura
sobre la pasión, tú decides saltar
en el carrusel moviendo un vez,
o te quedes al lado por el resto
de tu vida, y entonces pases tu tiempo
cortando otras mujeres
entre las piezas que usas para fertilizar
a tus técnicas indiferentes de hacer el amor,
y el jardín que está muriendo
de demasiada utilidad.
IV
¿Quién soy yo, es esa historia, entonces?
Un violín sonaba una cuerda imposible,
y yo la seguí, no más.
No soy víctima, no fui engañada,
no camine adentro de este amor,
imaginado que iba a ser, fiable.
Abrazo mi amante una hora,
una hora que yo bien había calculado.
No imaginé la profundidad del duelo
cuando lo deje salir.
Tampoco imaginé, que la curva de mi cuerpo
cada noche que duermo sola,
siempre únicamente enrollará
sobre el vacío que él dejó.
Ni imaginé la furia; si yo tenía que devolverlo,
después de tomarlo, prestado codiciosamente,
por lo menos, deje que ella, lo ame
en su manera, con la misma profundidad,
que yo hice y hago.
Permítela superarme en cada aspecto,
o tal vez estoy a la edad, donde pocas
puedan hacer esto, ¿Quién sabe?
Eso sí, lo sé:
Soy reparadora de hombres rotos.
Cómo los japones, reparo
con oro y espíritu,
lo que las mujeres frías y sin amor,
lo que ellas han rasgado con la garras
que ellas usaban para extraer hijos, un hogar,
un ESTATUS. Yo sí, sé cómo odiar,
esas mujeres me han enseñado.
Prefiero la práctica del amor.
Prefiero entrar un lugar
y llenarlo con una luz tan brillante,
que se convierte todos los aborrecedores,
toda gente falsa, todos los amores de medios,
entre las cenizas.
Deseo que el cuento del amor que escribo yo,
en mis propias palabras,
sea tan mucho mejor escrito
que cualquiera historia escrita
por cualquiera persona quien escribiría
sobre mí, sobre él,
sobre lo que pasaba o no pasaba
en esa hora. Seguramente, ellos la van a redactar
con tecnicidad perfecta
y nada de sentimiento.
Yo ya sé, que las palabras que susurré
entre ese espacio,
han tocado el corazón de él,
y no pueden ser borradas
por las mujeres sin habilidad
de escucharlas.
- Marie Anzalone