Pasa la gente de otoño
con aullidos de viento, en serie
abrigos e idénticas siluetas
podrías ser tú, o yo
o los que fuimos.
Se menea el árbol que invita
el viento insiste
lo desnuda
la piel se agrieta
el tronco
desde las puntas de las uñas
y aún,
vigorizan las correntadas
que estrena el frío.
El árbol tambalea,
cae la rama,
crujen sus hojas
se pisan como letras que borrarán la raíz
en la memoria de la suela
Horas de sal cicatrizan
Ya no pasó el panadero de la infancia
No dejó sus ecos de levadura
sino las pedradas
de ceniza.