DONDE ME LLEVA LA LLUVIA
Cuando la lluvia cae plink, plink, plink
en un aire acondicionado en la ventana
de mi apartamento en Nueva York, anhelo
mis visitas de niñez durante veranos a
fincas de Puerto Rico.
Semi dormitando en hamacas oscilantes
bajo el hipnótico thrum thrum thrum
de la lluvia en techos de metal corrugados
mientras brisas frescas me llenaban con
un mundo de aromas ricos.
Hojas de mango, árbol de quenepa, pomarrosa,
piña y café hirviendo.
Décadas de huracanes desde mi último viaje
me deja preguntando si todo se ha ido igual que
mis parientes. Las pequeñas chozas, cuya mojada
madera olían a canela, viviendas de jibaritos
calentando agua con harina de café en latas,
miríadas de hojas relucientes, el aroma de tierra
mojada, las casas grandes de dos pisos con verandas.
Me pregunto si estuviera en un avión que se acerca a la isla,
yo todavía pudiera oler el cambio en el aire de
frío y soso a cálido, terroso y dulce.