The Literary Review: Issue 10
FICTION Page 11
Estas botas se hicieron para hablar...
by Anthony Dawson
Somos un par de botas de hermosa piel de becerra y si pudiéramos hablar, esto es lo que diríamos:
“Nuestro dueño nos usaba todos los días, incluso cuando hacía calor y aun así hemos sobrevivido hasta hoy. A lo mejor, Vds. se preguntarán por qué estamos cubiertas de barro seco. Pues, es porque fuimos enterradas en 1936, en septiembre, con José Antonio Rivas Carballés, el que nos llevaba cuando los fascistas lo ejecutaron. Fuimos exhumadas en 2010 con lo que quedaba de él y recordamos que los huesos de los pies de ese hombre seguían en nuestro interior.
Habíamos sobrevivido 74 años bajo tierra para dar testimonio contra los autores de aquel crimen: los desalmados falangistas que asesinaron a nuestro zoqueiro con saña porque era un libertario muy leído, o sea, un rojopeligroso.
(Irónicamente, los restos de la pobre víctima apenas llenaban una caja de zapatos). Lo único que les interesaba a los fascistas era que el artesano estaba muerto y que la “clase dirigente” había demostrado quién mandaba. Que les den
a todos, decimos nosotras.
Una vez exhumados sus restos, descubrimos que los nombres de dos de los hijos de José, Lenin e Igualdad habían sido cambiados para reflejar, sin duda, preferencias más al gusto de las autoridades que despreciaban la frivolidad. Igualdad fue bautizada como María Digna y Lenin se convirtió en Ramiro. Es decir la niña fue convertida en católica y el niño bautizado como si fuera nacionalista. María Digna era una advocación de la Virgen; Ramiro fue bautizado para honrar a un héroe-mártir de los falangistas, Maeztu, quien había sido sacado de la cárcel en octubre de 1936 y asesinado por unos rojos.
Allá por 1936, claro que los niños no se dieron cuenta de que la Iglesia y la Falange estaban confabuladas para matar al padre de Lenin ¡pero sí dijeron en 2010 que recordaron sus botas de piel de becerra!
Resulta, pues, que sí hemos podido hablar, además de caminar, porque Vds. ya habrán adivinado que nuestra supervivencia ha ayudado a que los restos de José Antonio fuesen reconocidos y que ahora descansen en paz, habiendo recibido una sepultura decente”.