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a journal of literature & art

The Literary Review

Issue 10         Page 117

Poema de la colchoneta

En la esquina hay una cama y en la cama un cuerpo enredado en una sábana. Desde la esquina me llega la voz de Clara que va acercándoseme y me dice: “No te preocupes, que a ella no le importa”. Y dicho esto, va a prendérseme del cuello llamándome Maritza, que es el nombre que le dije que me llamo yo, cuando nos conocimos en el bar.

Austin Street, Queens. NY

© Jacqueline-Herranz-Brooks-colchoneta

Poema en la mesa redonda

Austin Street, Queens. NY

y mientras voy repasando la vida vieja, se me va colando la vida de ahora, el recuerdo que ya tengo de la vida esta y por eso, aunque no venga al caso, me acuerdo de ti preguntándome: ¿qué necesitas para escribir? Un círculo como este, un espacio donde dejar la marca de los dientes, donde arañar sin uñas su similitud de óvalo de luna.
© Jacqueline Herranz-Brooks: la mesa redonda

Poema en la tapa de la silla del toilet

Mientras me inclino a vomitar todo el veneno que me sirvió durante la cena.

Metropolitan Avenue, Queens. NY

© Jacqueline Herranz-Brooks: la tapa de la silla del toilet

Poema puente

Para confiar, debo entregarme. Si me entrego, no hay lucha. Si no lucho es porque me rindo. Si me rindo me pueden patear, si me patean es porque los dejo, porque confío.

Abingdon Street, Queens. NY

© Jacqueline Herranz-Brooks: puente

Poema de la silla

Y en la realidad de aquí, en la realidad de ahora, en la realidad desde donde escribo, ha empezado a amanecer. Y al mirar la sal he sentido miedo. Yo estaba bailando y sentada en esta silla a la vez, callada y preguntándome cuándo fue que vine a enterrarme delante de una pantalla de vidrio, por qué lo de afuera da vueltas dentro…  por qué el coro sigue diciendo: así vamos viendo si salimos de este embarque y avanzamos. 

Austin Street, Queens. NY

© Jacqueline Herranz-Brooks: la silla
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