¿Santón o sin techo?
Podíamos verlo de perfil
mientras íbamos por la calle.
Un santón, con gorra de béisbol,
estaba sentado en un portal
en nuestra ruta al supermercado.
Barbudo, con las mejillas hundidas
y su mirada fija y desenfocada,
murmuraba una o dos palabras
cuando pasábamos con nuestro carrito.
¿Era un mantra? ¿O una bendición?
“¿Qué ha dicho de los pecadillos?”
le pregunté a mi mujer
mientras seguíamos caminando.
“Creo que ha pedido un bocadillo,”
murmuró ella, sin dar crédito a mi pregunta.
Así que no era un santón en absoluto.
Era un indigente sin techo
pidiendo comida en la calle.
Me sentí avergonzado.
De camino de vuelta, paramos
ante su nicho en el escalón.
Estaba sentado, inmóvil, con sus vidriosos
ojos azules mirando al frente
como si estuviera en trance, meditando.
No dijo nada. Me quedé perplejo.
¿Era en realidad un santón
o simplemente me despreciaba
como parecía que yo había hecho con él?
Esperamos frente a él. Su mirada
nos atravesó como un rayo láser.
Le tendí algo de dinero
y me pareció una eternidad
antes de que despertara de su ‘trance’
y notara que le estaba ofreciendo ayuda.
Su educada gratitud fue conmovedora.
Hay muchos como él en nuestra ciudad.
La esperanza ha desaparecido de sus rostros
y la vitalidad de sus ojos.
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Holy Man or Homeless Man?
We could see him in profile
as we walked along the street.
A baseball-capped holy man
was sitting in a doorway
on our route to the supermarket!
Bearded and hollow-cheeked,
he gazed into an imagined distance,
and muttered a word or two
as we passed by with our trolley.
Was it a mantra? Or a blessing?
“What was that about peccadillos,”
I asked my wife as we walked on.
“I think he asked for a bocadillo”
she muttered, rolling her eyes.
So, he wasn’t a holy man at all.
He was a homeless man
begging for food on the street.
I felt ashamed of myself.
On the way back, we stopped
at his niche on the step.
He sat motionless, his glassy
blue eyes staring straight ahead
as if in a trance, meditating.
He said nothing. I was perplexed.
Was he in fact a holy man
or was he simply disdaining me
as I’d appeared to disdain him?
We waited in front of him. His gaze
passed through us like a laser.
I held out some money for him
and it seemed like an eternity
before he awoke from his trance
and realized I was offering help.
His polite gratitude was touching.
There are many like him around town.
Hope has drained from their faces
and the life from their eyes.